jueves, 30 de diciembre de 2010

¿Le odiaba?

Recuerdo que le odiaba, odiaba todos y cada uno de sus movimientos, odiaba su presencia, su voz , su mirada, todo, simplemente le odiaba, le odiaba hasta que un día descubri, que mi vida dependia de los latidos de su corazón...

Pero, ¿Realmente le odiaba?

No, no creo que fuera odio, tal vez Rabia, Ira, Orgullo... no lo se, no es que odiara sus movimientos, es que no soportaba que no se dirigiera a mi, no odiaba su mirada, simplemente es que se me retorcian los engranajes del cerebro al ver que su mirada nunca se encontraba con la mia, no odiaba su voz, tan solo me moría de celos porque nunca me hablaba a mi...

Por eso creía que le odiaba, pero no, en realidad, le amaba.

Desperdicie mucho tiempo gritandole al mundo que le odiaba, cuando en realidad, me hacia falta, mucha falta, mas falta incluso que respirar.

martes, 30 de noviembre de 2010

Echar a correr



Y echamos a correr, con la lluvia mojando nuestros cuerpos y nuestra respiracion brevemente entrecortada, corrimos, a pesar de todo corrimos, riendo, jadeando, despeinadas, con el corazón a mil y dolor en las costillas, pero seguiamos corriendo, sin rumbo fijo, de aqui para alla, pero sabiamos que cada pisada nos mostraba el camino a la libertad, la libertad...la ansiada libertad, huiamos de una sociedad que nos ahogaba, de unos estereotipos que no comprendiamos, queriamos ser libres, libres de verdad, queriamos sentir el aire caliente de mayo en nuestra piel mientras nuestros pulmones auxiliaban oxigeno, queriamos encontrar la felicidad aunque esta durara poco, al menos la habriamos conocido y muy poca gente tiene ese privilegio, por eso corriamos, corriamos y corriamos hasta que solo fuimos un punto en el horizonte...

Hasta que la encontramos, sentimos la libertad y encontramos la felicidad...

Después volvimos, ¿Que otra cosa podiamos hacer? caminabamos despacio, despeinadas, sudadas, en silencio, mientras nuestros corazones recuperaban su pausado ritmo, de pronto nos miramos y fuimos conscientes de algo: Nuestro aspecto seria rechazado al volver, no tardariamos mucho en ahogarnos de nuevo, quien sabe cuanto, tampoco sabiamos si volveriamos a tener fuerzas para hacer algo asi, pero a pesar de todo, sonreimos, lo habiamos conseguido, descubrimos la verdadera felicidad... y nos dimos cuenta, de que no costaba tanto, bastaba con reunir a un par de amigas, de las de verdad, de esas por las que te jugarias todo a una carta, de esas que esperas encontrar en tu pedacito de azul, y despues, echar a correr...correr y seguir corriendo, hasta convertirse en un punto en el horizonte...

domingo, 31 de octubre de 2010

16879


Es domingo, el gélido frio de Madrid congela los huesos y en el cielo se ha desatado una tormenta que hace que corran rios de lluvia... y aún así, hay cosas que suceden sin avisar y que hacen que el mal tiempo por el que hoy todos se quejan, para una familia no signifique nada más que el reflejo del dolor que sienten en estos momentos...

Una treintena de abrigos negros rodean una cripta, el enterrador se apresura para acabar pronto su trabajo, para él, solo es un muerto más, no hay motivo por el que aguantar el chaparrón, tras su marcha, la treintena de abrigos se queda alli durante un tiempo, nadie quiere irse, puede que no quieran separarse del ataúd, puede que por primera vez se hayan dado cuenta de que no volverá, de que el cementerio será para ellos como un nuevo hogar, porque alli se haya un ser querido...

Al final, comienzan a marcharse, despacio, quien sabe lo que esten pensando, puede que esten pensando que es un sueño, que mañana despertarán y nada habrá pasado, o tal vez puede que se esten aferrando a los recuerdos, incluso a esos que parecían no haber existido...

Solo se queda una persona, una silueta negra bajo la lluvia, mirando a la cripta bajo la que descansa una parte de si...

La silueta es Sofia, nieta de Abraham, el hombre que recien descansa bajo la cripta, Sofia llora largamente, y al cerrar los ojos un instante, flashes de imagenes sacuden su mente, son recuerdos, de hace mucho tiempo, ella tenía diez años, pero a pesar del paso del tiempo, los recuerda nítidos, tan nítidos como entonces...

Se ve a si misma, diecinueve años atrás, tirada en al alfombra de casa de sus abuelos, jugando con los soldados de plomo de su primo Jack, su abuelo en el sofá mira la tele distraido, de pronto Sofía levanta la cabeza y le observa, es verano, y él vuelve a llevar la camisa azul de mangas cortas que tanto le gusta, la vista va una vez más hacia su brazo, esos numeros, 16879, nunca podía dejar de mirarlos, le había preguntado a todo el mundo sobre ellos, a sus padres, a sus tios, a su abuela, y todo el mundo le reprendía por ello, pero nadie le decía nada, una vez le preguntó a su abuelo y su rostró se ensombreció por un instante, salió de la habitacion sin decirle nada, se encerró en su cuarto y no salio en todo el dia, su madre reprendió a Sofia por ello, "Mamá, solo le hecho una pregunta, no es para tanto..." "Sofia, hay preguntas que no deben pronunciarse jamás..."

Unos dias después, su abuelo llevó a todos los nietos al cine, se empeñaron en ver el último triller de la cartelera a pesar de que su abuelo les recomendo entrar a otra, pero no hubo manera, cuando acabo la pelicula relataban divertidos los sustos que se habían llevado y los gritos que habian pegado... todos se asustaron, todos, menos el abuelo... y la curiosidad de Sofia volvio a aflorar como un flor en primavera...

-Abuelo, ¿Te ha gustado la pelicula?

-Si, cielo

-¿Y por qué no te has asustado? No has gritado ni una vez, ¿Como es posible?

Su abuelo la miro largamente y finalmente contestó:

-Estuve en Auschwitz... ya nada me da miedo...


Sofia abre los ojos de nuevo y vuelve a llorar junto a la cripta, esas palabras aun retumban en sus oidos, aquellas palabras que aquella tarde de cine no significaron nada y años despues lo signficaron todo, le dieron sentido a los numeros de su brazo, a su semblante sombrio cuando le pregunto por ellos, a las reprimendas de todo el mundo, a su mirada perdida que parecía estar siempre en otra parte, a ese halo de misterio que siempre le acompañó...

Su abuelo estuvo en Auschwitz, sobrevivió a la tortura nazi, pero el horror, la tristeza, la rabia, los recuerdos de lo que le hicieron y de todos los que se quedaron en el camino, siempre los llevó consigo... a pesar del amor que llego a su vida, a pesar del cambio de Pais, a pesar de los hijos y de los nietos, a pesar de la felicidad que luego encontró, nunca logró dejar atras a Auschwitz...

Y ahora le ha llegado la hora, esa hora que tantas veces le persiguió en aquellos campos de exterminio, la muerte le atrapó entre sus redes mientras dormia, una muerte digna, sin sufrimiento, todos le echarian de menos, pero todos sabían, que por fin descansaría...

domingo, 17 de octubre de 2010

¿Un sacrificio Necesario?

Al entrar en la cafeteria, Agatha ha sentido que su cuerpo se paralizaba, cuando sus ojos han encontrado a lo lejos a Paul ha parpadeado levemente por un instante y después, rigidez, era incapaz de moverse, sus piernas no respondían al estimulo que hacía por intentar moverse, alguien había dejado la puerta abierta al entrar y todos se abrigaban mientras parecían gritar algo, pero ella no oía sus voces, no sentía el frio que entraba con la corriente, era como una estatua inanimada, sin vida...

Entonces, como si Paul hubiese detectado su presencia, o se hubiese sentido observado, se gira, y de lejos la ve, sus miradas se cruzan durante un rato, intentando escudriñar en los ojos del otro alguna emoción, alguna respuesta...

Ninguno de los dos se acerca, solo se observan, Paul intenta imaginar sus pensamientos, no lo consigue, pero si atina a ver los rasgos de su cara desencajada y nota el dolor en su mirada, la mira mientras se rompe por dentro al imaginar su desdicha... y aún así, no se acerca, no la llama, no hace nada... Agatha, solo ve indiferencia en su mirada, mientras los recuerdos se agolpan en su retina y le golpean el corazón a mazazos...

Un recuerdo llega entonces a su mente, cristalino y puro, como agua de manantial... seis meses atrás mientras están tirados en el sofá tienen esta conversación:


-Hoy he ido a la iglesia-dice Paul

-¿A qué?-contesta Agatha sorprendida

-A hablar con Dios, quería darle las gracias...

-¿Las gracias? ¿Por qué?

-Quería darle las gracias por haberte creado... por haber movido los hilos para que te cruzaras en mi camino...

A estas alturas Agatha solo sonrié mientras se nublan sus pupilas...

-Y también le he pedido algo.

-¿Que le has pedido?

- Que nos de una vida larga y plena y que nos permita envejecer juntos... No se si me lo concederá, pero si no es así, le mandaré al diablo y lucharé para que así sea... te lo prometo.



Las lágrimas vuelven a nublar las pupilas de Agatha, mientras se pregunta si Paul ha olvidado su promesa...


Paul sigue observando su rostro, observa las lágrimas que surcan sus mejillas, mientras imagina la causa, como si le leyera el pensamiento lo ha adivinado y piensa : "Llora, por la promesa que le hice, cree que no la recuerdo, que me la he saltado, que la he roto..." , " No sabe que esa promesa ya no vale nada, que ya no puedo cumplirla, que desfié a Dios y se la ha cobrado, que me he alejado de ella para que aprenda a vivir sin mi, para que cuando el cancer me arrastre consigo al menos se haya acostumbrado a mi ausencia..."


Agatha por fín reacciona, limpia sus mejillas, se da la vuelta y se va de allí, sin saber que Paul la sigue amando, sin saber nada de su enfermedad, sin saber su sacrificio...


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jueves, 7 de octubre de 2010

Huir

Quería huir, pisar el acelerador y alejarme de todo lo que me recordara a esta ciudad, quería perderme en caminos que nunca me llevaran de vuelta, abandonar todos mis recuerdos y evadirme de todo lo que me recordara a ti...

No sentía rabia, ni dolor, ni angustia, ni siquiera miedo, solo sentía que estaba vacia, mi cuerpo seguía ahi, avanzaba con los kilometros del coche, pero dentro no había nada, el corazón y el alma los entregue por completo a nuestro proyecto, a nosotros, a nuestra vida, y ahora... el proyecto fracasa y mi esencia se ha quedado tirada en las calles, herida, al filo de la muerte, vagando sin sentido buscando un remedio para sanar la plaga de la que se ha visto infectada, pobre infeliz, no sabe que ya no hay vuelta atrás, que es una enfermedad sin cura de la que nunca podrá escapar... tan solo cubrirla a ver si así el dolor se atenua...


miércoles, 29 de septiembre de 2010

Eres inalcanzable...



Eres tan inalcanzable...
eso dice la canción que hoy retumba en mis oidos...
Es cierto, eres INALCANZABLE, creía que no podía haber nada peor que fijarte en alguien a quien le interesa otra persona, o que le importas pero no lo suficiente como para lanzarse al vacio contigo, que te aprecia pero no del mismo modo que tu a ella, pero si lo hay, es tu actitud, y duele mas de lo que pude llegar a imaginar.

Nos conocemos desde hace mucho tiempo, aunque nunca te dignaste a cruzar mas de un saludo conmigo, y cuando lo intentaba, desaparecias, como si te hubieses vuelto invisible de repente, o huias como si tuvieses algo urgente que hacer... y yo, me quedaba ahi, quieta, con la palabra en la boca, viendo como te alejabas y sin comprender nada...


Antes lo entendía, pensaba que no tenías porque permitir que me acercara a ti, porque apenas coincidiamos
y eso hacía que las cenizas fueran insalvables, ya sabes, el que no se consuela es porque no quiere...
Pero ahora, ya no puedo consolarme, he despertado, el destino ha confabulado en tu contra y te ha obligado a pasar tiempo conmigo por unos dias, pensaba que lo peor que podía ocurrir, es que te resultara indiferente, que te diera igual si voy o vengo, si estoy bien o mal, pero es peor que todo eso, ojala me trataras con indiferencia, pero no, no me tratas, porque para ti es como si no existiera...

Es como si de repente me hubiese vuelto invisible ante tus ojos, aunque vaya a tu lado, me cruce contigo, o te acerces hacia donde estoy, es como si no me vieras, podría ponerme una campanita y luces de colores, que seguirias sin mirarme, es como si fuera un fantasma que pulula a tu alrededor pero no puedes ver...
Da igual la situación, simplemente actuas como si no me vieras, miro el espejo porque se que si levantas la cabeza te cruzaras con mi mirada, pero no lo haces, paso junto a ti e ignoras mi saludo, como si aunque moviera los labios no saliera sonido alguno...
Hoy, me veo obligada a sentarme a tu lado, y no te apartas porque no hay más opcion, no hay más espacio, y por eso aguantas, casi noto tus dientes chirriar de la rabia, mientras nuestras rodillas se rozan por un leve instante, estas tan cerca de mi que puedo aspirar tu perfume, es como si lo llevara dentro de mi, o se hubiera impregnado en mi ropa, te oigo respirar entrecortadamente, por primera vez estamos tan cerca y por primera vez estas tan nervioso, el vaiven de la carretera nos acerca en las curvas y tu aguantas la respiración, como si por primera vez te percataras de que estoy ahi, y no aguantaras mi olor, mi presencia a tu lado, o mis piernas rozandose levemente con las tuyas, ni si quiera me miras, pero puedo notar como te estas ahogando por el hecho de estar a mi lado, como te desabotonas el cuello de la camisa como si te estuvieras quedando sin aire...


¡¡Estas nervioso!! Por primera vez te comportas como si de verdad fueras consciente de que estoy ahi, a dos centimetros de ti, como si supieras que si te dignas a mirarme aunque solo sea una sola vez, veras el alivio y el brillo de mi mirada...

Casi puedo imaginarte girandote levemente y mirandome por primera vez, aunque solo fuese eso, una mirada, aunque no hablases ni hicieses nada más, pero daria lo que fuera por ver tus ojos mirandome por un instante mientras yo me sentiria como si naciera de nuevo y me vieras por primera vez...


Pero nada de eso sucede, el trayecto pegada a ti, ha durado apenas dos minutos, en cuanto has encontrado un hueco te has alejado de mi,
y en un momento te veo junto al cristal suspirar y caer de golpe sobre el asiento, como si la agonia hubiese acabado, y por fin pudieses respirar...
Y entonces, vuelves a ser tu, a comportarte como si no existiera, a fingir que no me ves ni me escuchas, a fingir que no estoy ahi...


Y yo... yo no entiendo nada... te comportabas como si no existiera, y me dolia, me dolia mas de lo que era capaz de soportar, y hace un instante, como si me tuvieras asco o mi sola presencia te repudiera... y no se que opción es la que me duele más...



No lo entiendo y sin embargo...
Duele tanto...




domingo, 26 de septiembre de 2010

Gracias...


Le encontré tirado en la calle, apoyado en el escaparate de un bar, su estado era deplorable, podría haber pasado por cualquier borracho mas de la ciudad, pero no era cualquier borracho, era él. La persona que venía cada día impecable a clase y nos hablaba del Derecho Jurídico de los ciudadanos romanos del s.XVI.


Pero también era mucho más que eso, era mi primer pensamiento del día, era el responsable del brillo de mis ojos cuando me sonreía al encontrarnos por los pasillos de la facultad, era dueño de mi tímida sonrisa cuando le espiaba de lejos en la cafeteria...


Me acerqué en silencio, al llegar junto a él me agache, me miro un momento y después bajó la mirada, en ese instante comprendí la llamada de auxilio que ardía en sus ojos, mucho más intensa y fuerte que el tenue rubor de sus mejillas...


Le levanté como pude, le abracé y le acompañé a casa, apenas balbuceaba breves palabras y algunos sonidos sin sentido, aun así conseguí que me dijera su dirección, y aunque el trayecto no era muy largo, la pesadez de su cuerpo y su balanceo me convencieron de que un taxi sería la mejor solución...


No tardamos mucho en llegar, una vez allí, rebusqué por sus bolsillos y encontré las llaves, al entrar no pude evitar fijarme en la casa, tal vez buscando algún detalle que me indicara que estaba ocupando el lugar de alguien... No lo había...


Abrí la primera puerta que encontré y le tumbé sobre la cama, deje las llaves en la mesilla y me di la vuelta para irme, aún sorprendida de que en ningun momento me pidiera mi silencio sobre lo sucedido, quien sabe, tal vez su cogorza era tal que ni si quiera me reconocía o tal vez me conocía mejor de lo que yo creía...


Mientras cerraba la puerta, su voz me sobresaltó...

- Sara

-¿Si? (Al parecer si me había reconocido...)

- (Aún temblaba) ...Siento que hayas tenido que verme así

-No te preocupes, todos nos hemos pasado alguna vez...

-Gracias

-No hay de que, tu habrías hecho lo mismo...

- Si, pero no lo digo por eso.

-Entonces, ¿Gracias por que?

-Gracias por quererme tanto...


Le sonreí y en ese momento se quedó dormido, me marché en silencio no sin antes mirarle una vez más mientras dormía, en la calle, mientras el rocio helaba mis huesos pense que tal vez la barrera que nos separaba se había roto...