domingo, 31 de octubre de 2010

16879


Es domingo, el gélido frio de Madrid congela los huesos y en el cielo se ha desatado una tormenta que hace que corran rios de lluvia... y aún así, hay cosas que suceden sin avisar y que hacen que el mal tiempo por el que hoy todos se quejan, para una familia no signifique nada más que el reflejo del dolor que sienten en estos momentos...

Una treintena de abrigos negros rodean una cripta, el enterrador se apresura para acabar pronto su trabajo, para él, solo es un muerto más, no hay motivo por el que aguantar el chaparrón, tras su marcha, la treintena de abrigos se queda alli durante un tiempo, nadie quiere irse, puede que no quieran separarse del ataúd, puede que por primera vez se hayan dado cuenta de que no volverá, de que el cementerio será para ellos como un nuevo hogar, porque alli se haya un ser querido...

Al final, comienzan a marcharse, despacio, quien sabe lo que esten pensando, puede que esten pensando que es un sueño, que mañana despertarán y nada habrá pasado, o tal vez puede que se esten aferrando a los recuerdos, incluso a esos que parecían no haber existido...

Solo se queda una persona, una silueta negra bajo la lluvia, mirando a la cripta bajo la que descansa una parte de si...

La silueta es Sofia, nieta de Abraham, el hombre que recien descansa bajo la cripta, Sofia llora largamente, y al cerrar los ojos un instante, flashes de imagenes sacuden su mente, son recuerdos, de hace mucho tiempo, ella tenía diez años, pero a pesar del paso del tiempo, los recuerda nítidos, tan nítidos como entonces...

Se ve a si misma, diecinueve años atrás, tirada en al alfombra de casa de sus abuelos, jugando con los soldados de plomo de su primo Jack, su abuelo en el sofá mira la tele distraido, de pronto Sofía levanta la cabeza y le observa, es verano, y él vuelve a llevar la camisa azul de mangas cortas que tanto le gusta, la vista va una vez más hacia su brazo, esos numeros, 16879, nunca podía dejar de mirarlos, le había preguntado a todo el mundo sobre ellos, a sus padres, a sus tios, a su abuela, y todo el mundo le reprendía por ello, pero nadie le decía nada, una vez le preguntó a su abuelo y su rostró se ensombreció por un instante, salió de la habitacion sin decirle nada, se encerró en su cuarto y no salio en todo el dia, su madre reprendió a Sofia por ello, "Mamá, solo le hecho una pregunta, no es para tanto..." "Sofia, hay preguntas que no deben pronunciarse jamás..."

Unos dias después, su abuelo llevó a todos los nietos al cine, se empeñaron en ver el último triller de la cartelera a pesar de que su abuelo les recomendo entrar a otra, pero no hubo manera, cuando acabo la pelicula relataban divertidos los sustos que se habían llevado y los gritos que habian pegado... todos se asustaron, todos, menos el abuelo... y la curiosidad de Sofia volvio a aflorar como un flor en primavera...

-Abuelo, ¿Te ha gustado la pelicula?

-Si, cielo

-¿Y por qué no te has asustado? No has gritado ni una vez, ¿Como es posible?

Su abuelo la miro largamente y finalmente contestó:

-Estuve en Auschwitz... ya nada me da miedo...


Sofia abre los ojos de nuevo y vuelve a llorar junto a la cripta, esas palabras aun retumban en sus oidos, aquellas palabras que aquella tarde de cine no significaron nada y años despues lo signficaron todo, le dieron sentido a los numeros de su brazo, a su semblante sombrio cuando le pregunto por ellos, a las reprimendas de todo el mundo, a su mirada perdida que parecía estar siempre en otra parte, a ese halo de misterio que siempre le acompañó...

Su abuelo estuvo en Auschwitz, sobrevivió a la tortura nazi, pero el horror, la tristeza, la rabia, los recuerdos de lo que le hicieron y de todos los que se quedaron en el camino, siempre los llevó consigo... a pesar del amor que llego a su vida, a pesar del cambio de Pais, a pesar de los hijos y de los nietos, a pesar de la felicidad que luego encontró, nunca logró dejar atras a Auschwitz...

Y ahora le ha llegado la hora, esa hora que tantas veces le persiguió en aquellos campos de exterminio, la muerte le atrapó entre sus redes mientras dormia, una muerte digna, sin sufrimiento, todos le echarian de menos, pero todos sabían, que por fin descansaría...

domingo, 17 de octubre de 2010

¿Un sacrificio Necesario?

Al entrar en la cafeteria, Agatha ha sentido que su cuerpo se paralizaba, cuando sus ojos han encontrado a lo lejos a Paul ha parpadeado levemente por un instante y después, rigidez, era incapaz de moverse, sus piernas no respondían al estimulo que hacía por intentar moverse, alguien había dejado la puerta abierta al entrar y todos se abrigaban mientras parecían gritar algo, pero ella no oía sus voces, no sentía el frio que entraba con la corriente, era como una estatua inanimada, sin vida...

Entonces, como si Paul hubiese detectado su presencia, o se hubiese sentido observado, se gira, y de lejos la ve, sus miradas se cruzan durante un rato, intentando escudriñar en los ojos del otro alguna emoción, alguna respuesta...

Ninguno de los dos se acerca, solo se observan, Paul intenta imaginar sus pensamientos, no lo consigue, pero si atina a ver los rasgos de su cara desencajada y nota el dolor en su mirada, la mira mientras se rompe por dentro al imaginar su desdicha... y aún así, no se acerca, no la llama, no hace nada... Agatha, solo ve indiferencia en su mirada, mientras los recuerdos se agolpan en su retina y le golpean el corazón a mazazos...

Un recuerdo llega entonces a su mente, cristalino y puro, como agua de manantial... seis meses atrás mientras están tirados en el sofá tienen esta conversación:


-Hoy he ido a la iglesia-dice Paul

-¿A qué?-contesta Agatha sorprendida

-A hablar con Dios, quería darle las gracias...

-¿Las gracias? ¿Por qué?

-Quería darle las gracias por haberte creado... por haber movido los hilos para que te cruzaras en mi camino...

A estas alturas Agatha solo sonrié mientras se nublan sus pupilas...

-Y también le he pedido algo.

-¿Que le has pedido?

- Que nos de una vida larga y plena y que nos permita envejecer juntos... No se si me lo concederá, pero si no es así, le mandaré al diablo y lucharé para que así sea... te lo prometo.



Las lágrimas vuelven a nublar las pupilas de Agatha, mientras se pregunta si Paul ha olvidado su promesa...


Paul sigue observando su rostro, observa las lágrimas que surcan sus mejillas, mientras imagina la causa, como si le leyera el pensamiento lo ha adivinado y piensa : "Llora, por la promesa que le hice, cree que no la recuerdo, que me la he saltado, que la he roto..." , " No sabe que esa promesa ya no vale nada, que ya no puedo cumplirla, que desfié a Dios y se la ha cobrado, que me he alejado de ella para que aprenda a vivir sin mi, para que cuando el cancer me arrastre consigo al menos se haya acostumbrado a mi ausencia..."


Agatha por fín reacciona, limpia sus mejillas, se da la vuelta y se va de allí, sin saber que Paul la sigue amando, sin saber nada de su enfermedad, sin saber su sacrificio...


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jueves, 7 de octubre de 2010

Huir

Quería huir, pisar el acelerador y alejarme de todo lo que me recordara a esta ciudad, quería perderme en caminos que nunca me llevaran de vuelta, abandonar todos mis recuerdos y evadirme de todo lo que me recordara a ti...

No sentía rabia, ni dolor, ni angustia, ni siquiera miedo, solo sentía que estaba vacia, mi cuerpo seguía ahi, avanzaba con los kilometros del coche, pero dentro no había nada, el corazón y el alma los entregue por completo a nuestro proyecto, a nosotros, a nuestra vida, y ahora... el proyecto fracasa y mi esencia se ha quedado tirada en las calles, herida, al filo de la muerte, vagando sin sentido buscando un remedio para sanar la plaga de la que se ha visto infectada, pobre infeliz, no sabe que ya no hay vuelta atrás, que es una enfermedad sin cura de la que nunca podrá escapar... tan solo cubrirla a ver si así el dolor se atenua...