martes, 23 de agosto de 2016

EL TIEMPO



Dicen que el tiempo lo cura todo. Y quizá sea cierto si con el tiempo nos convertimos en necios más preocupados por el miedo al ridículo que por ser y actuar de verdad.  Pero si por un segundo somos puramente realidad, gritaremos bien alto que es mentira. El tiempo no cura nada.


Nadie te cuenta que el tiempo no soluciona los errores. Ni mitiga la crudeza de sus consecuencias. Nadie habla de como la culpa puede convertirse en losa. Lo mismo ocurre con la vergüenza, que en algunos casos no es más que una mala versión de la primera.  Pero ambas son losa y cemento. En el pecho. Aplastándote. 

Nadie te dice que tu confianza en el ser humano tras una decepción no será reconstruida si no trabajas y pones empeño en ello. No te cuentan que volverás a sentir vértigo cada vez que entregues tu corazón. Ni tampoco que una parte de ti siempre será aquel adolescente asustado al rechazo auxiliando aceptación con la mirada.

No, no hay solistas que canten al fracaso. Ni escritores que hablen de desdicha. Y si los hay, ninguno ocupa las portadas destinadas a la grandeza. Ni obtienen cinco minutos de prime time

Supongo que a estas alturas de sobra es sabido que nadie quiere que le hagan pensar. O sentir. Para el caso es lo mismo.  ¿Quién va a querer evadirse de su rutina leyendo o escuchando realidad? Supongo que nadie. Es más fácil engañarse.

Es más sencillo pretendernos buenas personas mientras con un movimiento leve de cabeza escuchamos a otro. Perdón. Mientras decimos que escuchamos. Porque si lo pensáis, el 90% de las respuestas a un discurso cargado de problemas es "No te preocupes. El tiempo lo cura todo". O todos somos un único motor o todos mentimos como bellacos. 

Quizá no haya remedio. El ser humano, en sus instintos más primarios, es envidioso y egoísta por naturaleza. Y puede que la mentira vaya asociado a todo ello. Sería demasiado utópico pretender cambiar eso. Pero si podemos hacer algo.

Rescatemos cinco minutos de nuestro tiempo diario.  Vamos a gastarlos en decirnos la verdad. Aquí va una: El tiempo no cura nada, ni lo pone más fácil. Tan sólo retrasa lo inevitable con parches cargados de espinas que acabaran por hacernos sangrar.

jueves, 4 de agosto de 2016

Botón Rojo


Ojalá. Ojalá se pudiera. Ojalá todos naciésemos con un mando a distancia que nos acompañase toda la vida. Y no para mejorar nuestra vida, no. Soy de las que piensan que si eliminásemos de nosotros o de nuestros días lo que nos disgusta ya no seríamos nosotros. No, no necesito un mando para mi vida, pero sí para influir en la vida de los demás. Me parece más importante.

Pensadlo con calma, ¿No os da rabia que la vida se cebe con alguien a quien queréis? ¿No os entran ganas de gritar al cielo pidiendo explicaciones cuando veis que una persona sencillamente buena da un traspiés tras otro? A mi sí.

Me da rabia. Me corroe por dentro. Es sencillamente injusto, tan injusto como dejar de respirar. No sé si lo sabéis pero hay gente que si las observas detenidamente, puedes verle el corazón. En serio. Se puede. Lo he visto. Desgraciadamente no en demasiada personas, pero se  puede. Hay gente que se levanta cada mañana y lleva consigo todo el día el corazón asomando, en sus ojos, en sus manos. Esa clase de gente que pone el corazón en todo lo que hace, esa clase de gente que tras cinco minutos te hacen decir: Joder tenían razón. La humanidad es esto. Aún merece la pena estar aquí. ¿Conocéis al expresión es gente de palabra? Bueno, pues la clase de gente de la que hoy os hablo, es aún más especial, es gente de corazón. Por eso es tan injusto que no todo les sonría.

Por eso me encantaría tener un mando a distancia. Para ayudarles a recibir lo que merecen. Sería un mando codiciado. Aunque no sería nada especialmente elaborado. La vida ya es suficientemente complicada como para que dejar que la tecnología nos la complique aún más. Dos botones bastaría. Uno negro para eliminar. Pulsar y adiós. Adiós dolor, adiós malas noticias, adiós problemas. Y otro rojo para todo lo contrario. Uno rojo que al pulsarlo todo sea felicidad, oportunidades, momentos especiales, sonrisas. Y sí, sería rojo, nada de verde esperanza.

Mejor un rojo para eliminar el miedo. ¿Os acordáis de desayuno con diamantes? "Días rojos. Días en los que de repente se tiene miedo y no se sabe por qué".  Grandiosa escena. Todos hemos tenido días así. Así que sería grandioso que nuestro botón de la fortuna fuese rojo. Sería como ganarle dos veces al miedo. Mejor aún.

Sé que todos pensáis que estoy loca. Que es imposible. Incluso muchos no estaréis de acuerdo conmigo. Pero creedme, si tuviera tres deseos, ese sería uno de los que pediría. Me he hartado de lo puta que es la vida. De su ensañamiento, de su crueldad y de su injusticia. Sobre todo con la gente especial, con la gente de corazón, que es más o menos lo mismo.

¿Hay algún lector por ahí tan loco como yo al que le encantaría tener este mando? Contadme, aún falta mucho para amanecer de nuevo en la realidad. Ayudadme a seguir soñando esta noche con las maravillas de un mando así. Yo lo tengo claro, si alguien lo inventa: Me lo pido.



Para Daniel Velarde, @danivr24 la persona más especial, más de corazón que he conocido en los últimos tiempos. Tenlo claro Dani, si yo tuviera ese mando, pulsaría el rojo a tu favor a menudo.